¿Quién es Lydia Mills?
Tengo la suerte de ser parte de una de las últimas generaciones del mundo moderno que pudo vivenciar con su familia la música en su esencia natural. Mi mamá me cantaba canciones de cuna y canciones folklóricas de su niñez. Mi abuela cantaba y tocaba el piano, mis tíos se juntaban a guitarrear y cantar con la familia. Durante el recreo yo salía al patio con mis amigas a jugar rondas y juegos cantados como Ring Around the Rosie y London Bridge. En el auto, junto a mis hermanos cantábamos largas canciones acumulativas, o canciones que su juego era omitir ciertas palabras en cada verso, o crear una nueva frase. El canto no era nada “profesional,” más bien, era un aspecto diario de mi vida infantil y juvenil.
A los cinco años conocí el folklor latinoamericano en La Peña Cultural Center en Berkeley, California. A mi papá le encantó esta nueva música y me acuerdo bailando en la sala, escuchando los sonidos de las zampoñas, el charango, la guitarra y el bombo.
A los 18 años salí por primera vez de mi país a estudiar la música folclórica de América Latina y aprender el español. Este primer viaje marcó una etapa nueva de mi vida, conociendo América Latina y estudiando su música. Mis estudios me llevaron a recorrer México, Guatemala, Ecuador, Chile, Perú, y Bolivia. Paralelamente a mis estudios ya había nacido mi amor por trabajar con niños y desde los 15 años me encontraba, ya sea en un jardín infantil, en un colegio o en un campamento de verano cantando con niños.
Fue en el año 2001 que uní mis dos amores, música y los niños, estudiando la educación músical con el método Kodály en la maestría en Holy Names University en Oakland, California. Fueron dos años de magia musical conociendo el método Kodály y la perfecta combinación entre crear para los niños un ambiente natural de música llena de alegría y a la vez desarrollar en ellos las capacidades musicales como el canto afinado y la lectura musical.
Llevo más de quince años enseñando a niños y jóvenes con el método Kodály y no me deja de encantar ni de sorprender los resultados de esta filosofía y método. Los niños aprenden la música desarrollando sus capacidades de lectura y canto afinado a través de la felicidad que sienten al cantar y jugar. Y más allá de la música, los niños aprenden la disciplina, el compartir, el esperar su turno con paciencia, el de apreciar las ideas de los demás, a tomar la mano de un compañero de clase, a socializar y crear amistad. Al final, la clase de música se convierte en un espacio de formación musical y formación del carácter.
Hace diez años tuve mi primera oportunidad de enseñar este método a otros profesores. Desde entonces, he estado dando talleres y cursos de capacitación Kodaly para profesores de música en México, Puerto Rico, Guatemala, Colombia, Perú, Ecuador, Paraguay, Argentina y Chile. Mi compromiso con los niños y con los maestros de música es difundir esta bella enseñanza y dar apoyo a los profesores. Mi gran sueño es que la música regrese a las salas, eventualmente a los patios de recreo y a los mismos hogares, para que vuelva naturalmente a tomar su lugar en la vida familiar.
“La música es un alimento espiritual por lo cual no hay reemplazo.” – Zoltán Kodály